os parques temáticos son cosa de Disney. Poco importa dónde estén. Si
Estados Unidos, Europa o Asia. Es el principal grupo mundial del sector
por número total de visitantes, 126,48 millones en 2012. Explota los
ocho primeros recintos por afluencia y 12 de los 25 más exitosos del
globo. Un negocio que generó 12.920 millones de dólares y un resultado
operativo de 1.902 millones de dólares el año pasado, según sus últimas
cuentas anuales. “Sus parques son los únicos capaces de atraer más de
diez millones de visitantes al año, una cifra que está por ver si algún
otro grupo es capaz de generar”, explica Natalia Bakhlina, directora
asociada de Aecom, la consultora que ha coelaborado un informe sobre la
evolución del sector el pasado ejercicio junto a la asociación
internacional del entretenimiento temático, TEA en su acrónimo inglés.
El éxito de Disney no es casual. Controla “la ubicación idónea, los
tiempos, el concepto necesario para el mercado en el que entra y el
tamaño perfecto”, señala la analista. Ahora, la industria espera
expectante la apertura de un nuevo parque de la marca en Shanghái,
previsto para 2015. Es el hito; el mayor parque temático del continente
asiático. El sector prevé que en su primer año de funcionamiento entren
alrededor de diez millones de visitantes.
Una nueva amenaza a la hegemonía de Estados Unidos como meca de la
industria. El país, con Orlando y California como cunas de este tipo de resorts
turísticos, absorbió el año pasado 131,6 millones de clientes. Asia
contabilizó 108,7 millones. Pero mientras que el mercado americano
creció a un ritmo del 3,6%, el asiático lo hizo a un ritmo del 5,8%. Muy
por detrás está Europa: 58 millones de visitas, una evolución plana
respecto a 2011 motivada por la crisis y el mal tiempo en los meses de
verano. Y pese a ese contexto, Eurodisney creció un 1,9%. “La marca, su
larga historia y los personajes, que hacen que te lleves a tus hijos al
parque, juegan un importante rol en su éxito”, subraya Bakhlina.
“Me da la sensación de que las marcas están sobrevaloradas”, rebate
el coordinador del informe, David Camp, quien opina “que la calidad de
la experiencia es más importante que la marca, que si no está bien
representada puede resultar incluso contraproducente”. En Port Aventura,
el mayor parque temático español y que se ha colado en la sexta
posición de los más visitados de Europa, con sus 3,5 millones de visitas
(un alza del 0,5%), están en parte de acuerdo con esa opinión. Para
ellos, el objetivo no es centrarse en un nicho de mercado tan específico
como es el infantil, cautivo de los famosos personajes de la factoría
Disney, sino buscar un espectro más amplio, que sepa captar la atención
de todos los miembros de una familia y conseguir que su resort
se convierta en un destino vacacional y no simplemente en un parque
temático. Esa misma tendencia, con larga tradición en Orlando, la siguen
ahora otros centros, como los que bajo la enseña Lego opera el grupo
Merlin, el segundo mayor operador.
El desarrollo del recinto de Tarragona ha ido de menos a más. De ser solo un parque a integrar hoteles y convertirse en un resort,
donde pasan la noche uno de cada tres clientes. De ser un parque
dominado por el cliente nacional a dar el salto al mercado
internacional, que ahora copa el 35% de los clientes y tiene que llegar
al 50%, según el plan estratégico de Investindustrial, socio único tras
comprarle su participación a La Caixa. “La clave es convertirnos en un
destino completo de ocio”, señala Fernando Aldecoa, director general de
Port Aventura, quien entiende que lograr ese objetivo es una buena
noticia en plena crisis, cuando las familias han sustituido grandes
viajes por pequeñas salidas de unos días, en las que tienen cabida los
parques temáticos.
La fórmula para crecer en un parque temático, aseguran los expertos,
se basa en mantener un fuerte nivel de inversiones para poder picar el
gusanillo cada año a nuevos clientes. Para que vayan si no han ido o
para que vuelvan si ya conocen el parque. Es una fórmula que el sector
da por buena desde hace mucho tiempo y que ha dado resultados. El resort
de Disney en Anaheim (California) ganó el año pasado 1,3 millones de
clientes, tras abrir un recinto dedicado al éxito cinematográfico y de marketing de Cars.
El parque de Universal de Hollywood estrenó una atracción vinculada a
Transformers y dio un salto de 750.000 clientes. En Orlando, el Reino
Mágico de Disney generó 400.000 nuevas visitas tras renovar y estrenar
otras atracciones. Y en Europa ha sucedido algo similar en el parque
Asterix de Plailly, Francia, que saltó un 8% (1,79 millones de
visitantes) tras ganar un 10% de superficie y estrenar nuevas
atracciones, como una montaña rusa.
En esa dinámica de crecimiento, reinversión y mayor crecimiento
tienen más difícil entrar los parques más modestos, que son los que más
están padeciendo la crisis. “Algunos pequeños parques no han sido
capaces de invertir y el resultado es que están sufriendo”, señala Camp.
España, donde la oleada de aperturas planteada en los años noventa solo
ha contado con el reciente éxito de Port Aventura, tiene un problema
diferente. “Lo primero de todo es construir un parque con el tamaño
adecuado al mercado que va a servir”, explica Bakhlina. En su opinión,
justamente “sobredimensionar un parque es un caro error y en España
hemos visto parques como Terra Mítica (Valencia) y Warner (Madrid) que
pasaron apuros por esa razón en sus primeros años”.
Warner está en manos de Parques Reunidos, la única compañía española presente en el ranking
mundial. Ha ido creciendo hasta situarse en la cuarta posición mediante
la especialización en pequeños centros. La compañía denegó responder a
un cuestionario formulado por este diario.
En el plazo de tres años, el principal parque temático español, Port
Aventura, dará un salto cualitativo, cuando en sus alrededores se
construya el recinto BCN World, que tiene operadores distintos de los
del parque. Es una estrategia de éxito probado en el continente
asiático. “Es un modelo muy común en Asia, donde desarrollan resorts
integrados que incluyen parques temáticos, juego, alojamiento y temas
culturales”, señala la analista. Aldecoa admite que es “un proyecto
ilusionante, del que Port Aventura se puede beneficiar, como de
cualquier inversión turística de calidad”. “Se han de diseñar para
complementarse, para beneficiarse de los clientes que lleguen a la misma
área, pero no competir entre ellos”, señala David Camp.
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